Las personas y organizaciones que se caracterizan, entre otras cosas, por la flexibilidad están dotadas de una ventaja competitiva de enorme valor.
En numerosas ocasiones esta capacidad permite a muchos posicionarse en oportunidades (de negocio, de servicio, de calidad, etc.) que otros, por su rigidez, no son capaces de aprovechar.
Este mismo concepto debe ser trasladado a nuestros servicios de gestión de información y documentos. Es muy probable que la organización a la que prestamos servicios, y por extensión a nuestros clientes, se esté adaptando a nuevos modelos de negocio que probablemente nos resulten distantes o ajenos a nuestra práctica habitual.
Aparecerán nuevas necesidades que no tienen respuesta en nuestro catálogo de servicios como, por ejemplo, los requisitos derivados de operar en mercados globales.
¿Qué hacer? Perder valor respecto a nuestra organización por la falta de flexibilidad, o bien ser capaces de adaptarnos constantemente modificando, mejorando, o creando nuevas líneas de servicio en función de la demanda de nuestros clientes.
Esto requiere mucha inteligencia y mucho esfuerzo constante que nos hará ser un recurso valorado.
“El ejecutivo que no tiene flexibilidad suficiente para adaptar su estrategia a los cambios de las circunstancias, aunque tenga un conocimiento amplio de las personas y de los métodos, no aplicará ventajosamente ese conocimiento”
Emilio Sanz, fecit
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